¿Qué Puedo No Hacer Hoy? Una Guía Honesta Sobre la Procrastinación y el Dolce Far Niente
Por Brian Leonel Miño
Entre correos, videollamadas, libros, herramientas digitales, proyectos ambiciosos y la omnipresente distracción de Instagram, descubrí que soy humano. No, no soy un robot multitarea que puede hacer todo al mismo tiempo sin consecuencias. Me gusta hacer muchas cosas, pero muchas veces sin medir el impacto real en mi salud mental y física.
Curiosamente, también soy un procrastinador experto. Aunque suelo entregar proyectos en los plazos establecidos, lo hago a costa de mucho estrés y pocas horas de sueño. Todo mientras escucho esa frase interna que me dice: “Yo te dije que no te pongas a ver videos sobre la historia de Rhodesia y Tita en YouTube”.
¿Qué es la procrastinación?
La palabra “procrastinar” proviene del latín: “pro” (adelante) y “cras” (mañana). Es decir, dejar para mañana lo que podrías hacer hoy. Este término lo introdujo Gonzalo Correas en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales de 1627. Como dice el viejo dicho: “A lo que has de hacer no digas cras, pon la mano y haz”.
Procrastinar es postergar tareas que podrías realizar ahora. Este hábito está íntimamente ligado al estado emocional y al interés que sentimos hacia determinadas responsabilidades. Es una batalla constante entre lo que queremos hacer y lo que debemos hacer.
Guía definitiva para procrastinadores sin competencia
Después de años de experiencia personal en el arte de postergar, te comparto una guía con claves infalibles para llegar al nivel ‘Ultimate Procrastinator’:
1. El poder de YouTube
¿Cómo no perderte en YouTube cuando hay miles de videos interesantes? Puedes aprender todo, desde cuál es el animal más peligroso del océano hasta por qué el ser humano llora. El conocimiento inútil nunca se sintió tan útil.
2. Instagram como estilo de vida
Instagram nunca falla. Si llenas tu feed de cuentas interesantes —sean influencers, bares, gatos o incluso huevos— tendrás contenido ilimitado para perder el tiempo de forma eficiente.
3. El día después de mañana
La promesa eterna: “Mañana empiezo”. Pero mañana hay una reunión, y después un trabajo para la facultad. Mejor lo dejamos para pasado. Problemas para el Leonel del futuro.
4. Super Multi-Project Master
¿Tienes tiempo libre porque postergaste tareas? Añade nuevos proyectos. Mientras más cosas tengas que hacer, más excusas tendrás para no empezar ninguna. La adrenalina de la presión te impulsará… o eso creemos.
5. El Llanero Solitario
¿Para qué delegar si nadie lo hace como tú? Hace todo por tu cuenta, aunque termines exhausto. El trabajo en equipo es innecesario cuando eres una legión de uno solo.
6. El PC Pentium II
¿Tomar notas? ¡Para qué! Confía en tu memoria como si fuera el procesador más avanzado. Agenda y calendario son herramientas obsoletas. ¿Qué puede salir mal?
7. Escobas digitales
Es fundamental limpiar el entorno antes de comenzar cualquier tarea. Ordena escritorios, carpetas y archivos digitales. El ritual de limpieza es más atractivo que terminar ese reporte.
8. El corredor Usain Bolt
¿El secreto para la productividad? La presión extrema. Cuando el pánico se apodera de ti a último momento, corres con la velocidad de un atleta olímpico para entregar a tiempo.
El mono y el monstruo del pánico
Según una charla de Tim Urban, en nuestro cerebro vive un pequeño pensador racional. Este toma decisiones lógicas y planifica el futuro. Pero en el cerebro del procrastinador también vive el “Mono de la Satisfacción Inmediata”.
Este simpático mono interrumpe con preguntas curiosamente inútiles como: “¿Por qué se le dice bondi al colectivo?”. De ahí, navegamos irremediablemente por Google, YouTube e Instagram. Un tridente más temido que la delantera sudamericana del Barça 2017–2018.
Entonces, aparece el verdadero héroe: el “Monstruo del Pánico”. Este ser despierta cuando una fecha límite se acerca. El mono entra en pánico y cede el control. Nuestro pensador racional retoma el poder, guiado por la respiración caliente en su nuca del monstruo aterrador.
¿Qué pasa con las metas a largo plazo?
El problema es que este mecanismo solo funciona con objetivos a corto plazo y con deadlines claras. Pero para metas grandes y sin fechas fijas como cuidar nuestra salud, aprender algo nuevo o cambiar de hábitos, el monstruo del pánico sigue durmiendo. Y el mono sigue jugando.
¿Estoy siendo demasiado exigente conmigo mismo?
Seguramente sí. En una era de redes sociales donde todos parecen estar logrando más que tú, somos influenciados por gurús que se levantan a las 5 am y a las 9 ya han cambiado el mundo.
Por eso, debemos evaluar honestamente nuestra vara de exigencia. Aprender cuándo realmente estamos procrastinando y cuándo nos estamos permitiendo disfrutar del dolce far niente.
El arte de no hacer nada: dolce far niente
Esta expresión italiana, que significa “lo dulce de no hacer nada”, representa una forma de vida. Implica disfrutar del ocio y de los pequeños placeres como leer en el balcón, tomar un café con amigos o simplemente observar un atardecer.
En un mundo que nos obliga a producir constantemente, detenerse es un acto de rebeldía. Reflexionar, desacelerar y respirar se vuelven vitales en una sociedad que capitaliza nuestra atención y nos mantiene atrapados frente a las pantallas.
Así que hoy, ponte ese temazo de Raffaella Carrà, cambia de aire unos minutos y decidí qué vas a dejar para mañana… o para pasado. Yo, por ahora, voy a dolcefarnientar un rato. Porque, sinceramente, no quiero postergar eso.